Todos los materiales de envases y componentes unidos presentan pequeños orificios que se pueden interpretar como fugas. Técnicamente hablando, no existe una hermeticidad absoluta. Si un producto es hermético o no, solo se puede determinar en base al nivel de fugas previamente definido. Ello establece el límite entre una fuga tolerable y una fuga perjudicial para el correcto funcionamiento o la seguridad del producto.
¿Qué se considera como fuga? Así se determina la tasa de fuga
Mientras, por ejemplo, componentes de motores de combustión solamente deben ser herméticos al agua o aceite, productos alimentarios o farmacéutico envasados en atmósfera protectora no deben presentar ninguna fuga que deje escapar el gas protector. Según su uso se pueden tolerar fugas de diferentes tamaños – es decir un componente o envase se considera hermético cuando cumple una hermeticidad definida.
El índice de la hermeticidad es el nivel o la tasa de fuga. Se indica en mbar l/s y su símbolo de fórmula es qL. Menos frecuente para determinar la tasa de fuga es la unidad de flujo másico sccm (centímetros cúbicos estándar por minuto) que es independiente de presión y temperatura.
Una tasa de fuga de 1 mbar l/s equivale a un caudal de 1 litro por segundo a una presión de gas de 1 mbar o describe que en un depósito cerrado de 1 litro la presión aumenta o disminuye 1 mbar por segundo. En relación con la tasa de fuga se pueden registrar la cantidad de la fuga y definir las siguientes clases de estanqueidad:
Tasa de fuga qL en mbar l/s
Clases de estanqueidad
10-6
hermético a los virus
10-5
hermético a gasolina y aceite
10-4
hermético a las bacterias
10-3
hermético al vapor
10-2
hermético al agua (gotas)
La determinación de una fuga tolerable depende significativamente de la finalidad del producto. ¿Hasta qué punto es insignificante la fuga o bien a partir de qué dimensión perjudica la función? Aquí merece la pena estudiar aplicaciones industriales similares y sus valores empíricos que pueden aportar datos para la determinación de la tasa de fuga. Una vez definida la tasa de fuga, se puede elegir el método correspondiente para la detección de fugas.
Procedimientos de varias etapas también pueden ser una solución económica: Implica una primera prueba general para verificar si el producto tiene una fuga de gran tamaño. Si el producto no presenta ninguna fuga se realiza una prueba adicional más precisa para determinar la tasa de fuga exacta. De esta manera se evitan mediciones innecesarias y se economiza el uso de los detectores de fuga.